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sábado, 25 de marzo de 2023

Mañana alterada

Dormía cerca de la humana mas grande, a veces la que era su humana era su presa. El calor lo agobiaba y buscó el sector mas fresco de piso. La humana grande siempre con su cuerpo quieto y muy rígido, solo movía los brazos cerca de la computadora. De pronto se fue un rato y él se quedó solo con la humana pequeña. A veces ella también era su presa, pero esta vez no estaba de ánimo para cazar. Cuando estaba mas despierto, le gustaba estar con ella, porque las cosas se movían cerca de ella, a veces alguna soguita, alguna muñeca, alguna plumita cobraba vida y él se divertía tratando de cazarla. Todo era movimiento a su alrededor. En cambio la humana grande se movía poco. Sin embargo, él sabía como hacer mover a la humana grande. Cuando quería divertirse, la observaba fijo, la rodeaba y cuanto mas desprevenida y quieta estaba, saltaba sobre ella con sus garras y con un mordisco, ella pegaba un brinco y comenzaba a correrlo por todos lados. ¡Se divertían tanto juntos! Eso era muy entretenido, pero ahora hacía mucho calor para todo ese entretenimiento.

La humana grande regresó con otra pequeña. Las mas chiquitas se abrazaron y gritaron, y él se sintió muy asustado por todo ese alboroto. Se dio cuenta que debía escapar de allí. Recordó su refugio en lo alto y de un brinco subió a la mesa, pero antes que pudiera dar otro salto al refugio, unas manitos pequeñas lo agarraron y lo bajaron al piso. Antes que pudiera volver a saltar, unas manitos lo estaban acariciando por todos lados. Se sintió bien un rato pero también acalorado con esas pequeñas humanas encima. Además a una de ellas no la conocía y habría que ver que intenciones tenía. En cuanto vio que la humana grande se dirigía nuevamente a la pieza, logró huir de las manitos pequeñas y fue tras ella. Volvieron a lo de antes, él trataba de dormir cerca de ella. La pieza estallaba de luces del sol y calor. Las niñas charlaban y jugaban cerca, y él dormía pero mantenía la atención en los sonidos. Cuando los sonidos crecían, prestaba atención. La niña mas nueva no perdía oportunidad de tocarlo cada vez que pasaba. Pensó que debía enseñarle a no tocarlo y la siguiente vez le dio un mordisco. La mano se retiró rápidamente, pero volvió a acariciarlo del otro lado ¡Los humanos pequeños no aprendían fácilmente! Su dueña lo había visto morder, y le lanzo un gruñido de advertencia. Él se tensó, pero descartó la idea de volver a morder a la pequeña y se tuvo que dejar acariciar a pedido de la humana grande. Ya no podía dormir con esa criatura tocándolo ¿Cuánto soportaría la desconfianza que le producía? ¿Dónde iba a tocarlo? Por suerte la humana solo tocó lugares soportables, y no se fue hacia las patitas.

El momento duró demasiado, pero la pequeña se fue al fin y lo dejó en paz. Así se alteró su mañana, pensaba dormir en el lugar mas fresco de la casa y sin interrupciones, pero al final terminó tenso con mucho calor y alerta ante las manitos pequeñas.

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