Partimos para Lobos, a un camping muy lindo que se llama Bahia de los lobos. Como preparamos todo en pocas horas nos olvidamos varias cosas, pero quizá parte de todo era el salir de la rutina y hacer algo inesperado.
Mi hija, como es habitual en ella, se hizo amiguitas en pocos minutos, y ya al anochecer andaban paseando con sus nuevas mejores amigas, linterna en mano por todo el camping. Todo el mundo se enteró cual era nuestra carpa y que había sido comprada el día de la expedición y como se llamaba ella y nosotros y que era nuestra primera vez en carpa.
Comimos a todas horas: Unos buenos mates con galletitas, un buen asado con un vinito, un buen desayuno mirando la laguna y luego de vuelta asado y de vuelta mate con galletitas.
Disfruté mi réflex nueva. Saqué fotos al atardecer y también de noche mientras los mosquitos me comían viva ¡Todo sea por una buena foto de larga exposición! Aunque me falta mucho con ese tema, les comparto algunas fotos aceptables:
Laguna de los Lobos
El otoño que llega de a poco
Atardecer
Asadito y fogata. Como les gusta a los chicos hacer fogatas!!
y estas son las que me valieron muchas picaduras de mosquitos:
No eran ni las once de la noche, cuando caímos los tres muertos de sueño. El camping rebosaba todavía de vida. Los chicos corrían y gritaban por todos lados. Con Viki nos pusimos a contarle el cuento de Dailan Kifki a mi marido (esa es otra historia), cuando él se quedó dormido. Al rato y en medio del relato me quedé dormida profundamente y cuando me desperté ya todo era silencio absoluto y Viki también dormía. Soplaba el viento, pero la carpa no se movía solo las copas de los árboles. Justo como me acordaba que era acampar, dormir en medio de la naturaleza. Cuando me desperté unas horas después, el viento había parado, y los sapitos cantaban. No me daba ganas de dormir, solo escuchar todo eso sin perder detalle. Pero el sueño me volvió a vencer y cuando me desperté por tercera vez ya amanecía, y los sapos estaban callados y ahora era el turno de los pájaros. Viki también se despertó en ese momento, me miró durmiendo al lado y me abrazó con una sonrisa. Me desperté como a las ocho y media, muy descansada y muy feliz porque iba a desayunar mirando la laguna.
Creo que Viki resumió todo el paseo cuando al final del domingo nos dijo que la próxima vez que le dijera que íbamos de campamento iba a estar más que feliz.