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viernes, 25 de junio de 2010

Arveja, Obeja, Abeja

¿Alguien me puede explicar como cosas tan diferentes tienen nombres tan parecidos?
De esta forma yo podría explicárselo a mi hija.
Todo empezó cuando hace unos meses estaba comiendo guiso de arvejas y comenzó a decirle a la comida "meeee, meeee". Estaba con su abuela y las dos nos miramos estupefactas hasta que yo relacioné y dije: NO Viki, esto es Arveja, no oveja.
Siguió cuando al otro día justo de est incidente casi la pica una Abeja y ahí insistió meeee, meeee. Yo le aclaré una vez mas que esto era una a-b-e-ja.
Ya hasta yo estoy comenzando a confundirme, y recuerdo que la confusión la tuve hasta bastante grandecita, excepto porque no incluía las arvejas en todo eso.
Por último hace una semanas fuimos a la república de los niños, y cuando un animalito vino haciendo meeee, meee, ahí ella acertó.
-Oveja!!

lunes, 21 de junio de 2010

Un libro puede cambiar el mundo


Hace mucho tiempo pensaba que yo sola podía cambiar el mundo. Pensaba que un libro podía cambiar a una persona y creía que todo iba a ir para mejor.



Quiero volver a creer porque hoy particularmente me siento en agujero con pocas esperanzas sobre el futuro de la raza humana.



Cuando tenía 13 años leí un libro que marcó una bisagra en mi adolescencia, y quizá en mi vida. Aunque ahora soy una escéptica sospecho que ciertas cosas que aún pienso son resultado de aquel libro.



Este era "Ami, el niño de las estrellas". Cuando lo publicaron hay quienes pensaron que se trataba de una burda imitación de "El principito", porque en ambos casos el protagonista era un niño extraterrestre y el mensaje era de amor. Sin embargo ambos libros no tiene absolutamente NADA que ver yo me sentí mucho más atraída a "Ami" que a "El prinicpito". Lo leí medio millón de veces.



Soy así, una aficionada, o mejor dicho una "apasionada fanática" como me ha descripto mi hermana en mas de una ocasión. Cuando algo me gusta ME GUSTA ME APASIONA, lo hago parte de mi, lo busco, lo conozco, me llega, me lava el cerebro, si quieren llamarlo así.



Así fue con "Ami". Leí todos los libros que había sacado Enrique Barrios hasta ese momento y un día le escribí una carta. Una carta en papel, porque en ese momento no existía el correo electrónico, y toda la correspondencia que mantuvimos fue en flamante y verídico papel.



Y el buen señor Barrios me contestó. Tardó un par de meses, pero como su lectora fanática estoy calificada a decir que se trataba de él.



Me acuerdo cuando me llegó la carta. Las manos me temblaban, y no la podía leer. Tuve que pedirle a alguien que me la leyera entre lágrimas de emoción. Creo que tampoco escuché lo que me leían estaba demasiado impactada. La idea que un escritor, digamos "El escritor" que yo siempre leía (¡Y que pocos libros tenía en ese entonces!) había escrito una carta solo para mí unas letras que solo yo leería, me parecía increíble.



De pocas formas le había expresado yo la manera en la que él me había cambiado la vida, y ahora quizá con mas años y mas palabras me dispongo a hacerlo.


En ese momento yo no estaba muy bien. Cualquier chica de esa edad tiene los problemas básicos de definición del propio yo, duelos por el cuerpo infantil, duelos por los padres que no son perfectos, y todas esas cosas. Yo no estaba para estar haciendo revoluciones adolescentes ya que cosas mas vitales que esas estaban pasando en mi vida. La única persona que siempre me había cuidado estaba muy enferma, y casi muriendo en un hospital, y yo corría peligro de quedarme literalmente sola en el mundo. El hecho de ver a mi mamá así (pesando 38 kilos y sin poderse levantar de una silla) era muy triste, pero no recuerdo haber llorado demasiado, solo escapaba de todo. En ese entonces vino Ami a mi vida a darme una manito y poder ver un poco de luz.



Fundamentalmente me había dado nuevas esperanzas y me había abierto los ojos a un mundo maravilloso que no sabía que existía. Me había dado ganas de pelear porque las cosas fueran mejor en el mundo y había aprendido que el Amor era lo mas importante de todo, y que todas las otras emociones nacían de allí.



Me esforcé por ser una mejor persona todos los días.Comprendí que El Amor era la única ley verdadera, que de allí puede entenderse facilmente que es lo que está bien y qué es lo que está mal. Pensé que podía cambiar el mundo y me uní a causas ecologistas. Participé en campañas, luché por concientizar a cuanta persona me cruzaba en mi camino sobre el peligro ambiental.


En ese momento pensé que un libro así podía cambiar el mundo, que cualquier persona que lo leyera tiraría sus armas y cambiaría.


Subestimé la capacidad de arraigarse a sus costumbres de todos los humanos. Para mí era muy sencillo cambiar, era una niñita adolescente con una genuina necesidad de abrirme a lo maravilloso y tener esperanzas.


Pero el resto del mundo, no estaba mal y no necesitaba cambiar.


Quisiera dedicarle esta entrada a dos personas. A Enrique Barrios, por escribirme en ese momento y ayudarme por solo escribir sus libros y a Valerie que escribe el blog de Penny Lane (http://valewaldisperg.blogspot.com/), por su entrada "Acaricien los detalles II" que en gran parte inspiró esta entrada y esta cascada de emociones tan antiguas como genuinas.


viernes, 11 de junio de 2010

Me encanta el mundial (aunque sea mujer)

Aqui una confesión, me gusta el mundial de fútbol.

Mi primer recuerdo de los mundiales de fútbol fue en el 86. No entendía bien porqué tanta gente festejando en la calle, y cuando me explicaron fue un simple "porque ganó Argentina". Mi conclusión en aquel entonces fue que "siempre ganaba Argentina" porque pasaban unos días y ya estaba otra vez toda la gente festejando en la calle. Cierro los ojos y veo los colorcitos celestes y blancos, los papelitos, y la gente eufórica...

Como pasará cuando ganemos el mundial de nuevo en unos días ;)

El segundo mundial que recuerdo es Italia 90. La mejor canción del mundial ¡Insuperable! Jamás hará nadie una canción de mundial tan buena. A mi me pasa que la canción de este año ya me tiene un poco harta... y recién estamos en eliminatorias. Me acuerdo que vimos la derrota frente a Camerún en el colegio.

En el 94 lloré de impotencia y de desilución por el anti doping positivo a Maradona.

Después siempre me junté con amigas, o con familia, y también me he pegado algún madrugón solitario, pero desde el 90 jamás me perdí un partido de Argentina en el mundial.

Aunque sea para hacer fuercita para que la pelota entre, o sufrir cuando ya no sabés a que cábala acudir porque se terminan los segundos y Argentina se queda afuera.
Esta vez no sé ustedes, pero yo no me quiero quedar con esa sensación de otra vez hay que esperar cuatro años mas...
Así que
¡¡¡¡VAMOS ARGENTINA!!!
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