Supongamos que tengamos que hablar de nosotros mismos y decir como fue nuestra vida. Hablar de nuestros logros, progresos y fracasos. Ahora supongamos que otros tengan que hablar de nuestra vida.
Nuestra madre
un amigo
un enemigo
alguien que simula querernos cuando nos tiene enfrente
Nadie conocería nuestra verdadera esencia. Todos hablarían mas de sí mismos que de nosotros.
Ellos como madre, o amigo, o enemigo... Todos hablarían de ese pequeñísimo concepto que tienen viviendo en su cabeza de nuestra vida. Un yo fraccionado, el nosotros en su mente.
Pero nosotros no nos salvaríamos de ese concepto. Al hablar de nuestra persona tampoco hablaríamos de nuestra esencia. Camuflaríamos, nos engañaríamos y taparíamos peor que los otros. Después de todo ellos no tienen mucho que perder hablando de nosotros.
¿Será que esa persona que nos acompaña todos los días podría conocer quienes somos si trabaja lo suficiente para destapar nuestra esencia?
O los hijos, son esos a los que llenamos de palabras que despistan, pero nos conocen de memoria?
Si, han de ser los hijos los únicos seres de la tierra que conocen quienes somos. Porque se puede despistar a una mente vieja y empobrecida, pero no a una mente nueva. Un ser que habitó nueve meses en nosotros, y escuchó cuando gritábamos como galopaba el corazón, cuando llorábamos como se revolvía el estómago, o cuando reíamos y se agitaba la respiración.
Los vamos a despistar sobre quienes son ellos, con etiquetas como "malo" "bueno" "cayado" "tímido" "terremoto" e "hiperquinético", pero jamás sobre quienes somos nosotros.
Yo creo que sí...además las madres con los hijos suelen ser totalmente transparentes...hablan con la mirada, pequeños gestos y cosas que con el correr del tiempo las vas leyendo a la perfección...
ResponderEliminarBesito enorme!
Besos!!
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