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miércoles, 12 de septiembre de 2012

A veces no soltar es la muerte

Van a pensar que me volví Dark, y adoradora de la muerte pero nada mas lejano a eso, simplemente exploro la Naturaleza de la muerte, sin la cual la vida no sería posible.
Así es la naturaleza de la muerte: soltarse, dejar ir, aceptar cuando las cosas se han perdido sin pensar en el total fracaso: el no aprender es un fracaso. Eso es sobrevivencia, es dejar nacer algo nuevo, es mutar y cambiar según el medio. Es adaptarse a las nuevas realidades internas, y dejar que estas te modifiquen, desprenderse de hábitos nocivos no es sencillo y da miedo y cada vez mas difícil con los años, pero se puede lograr.
Les dejo este texto que me dejó Gi a raíz de una entrada:

Había una vez un hombre que estaba escalando una montaña. Estaba haciendo un escalamiento bastante complicado, una montaña donde se había producido una intensa nevada. Él había estado en un refugio esa noche y a la mañana siguiente la nieve había cubierto toda la montaña, lo cual hacia muy difícil la escalada. Pero no había querido volverse atrás, así que de todas maneras con su propio esfuerzo y coraje, siguió trepando y trepando, escalando por esta empinada montaña. Hasta que en un determinado momento, quizás por un mal cálculo, quizás porque la situación era verdaderamente difícil, puso el pico de la estaca para sostener su cuerda de seguridad y se soltó el enganche. El alpinista se desmoronó, empezó a caer a pico por la montaña golpeando salvajemente contra las piedras en medio de una cascada de nieve...

Pasó toda su vida por su cabeza y, cerró los ojos esperando lo peor, sintió que una soga le pegaba en la cara. Sin llegar a pensar, de un manotazo instintivo se aferro a esa soga. Quizás la soga se había quedado colgada de alguna amarra…si así fuera, podría ser que aguantara el chicotazo y detuviera su caída.

Miró hacia arriba pero todo era la ventisca y la nieve cayendo sobre él. Cada segundo parecía un siglo en ese descenso acelerado e interminable. De repente la cuerda pegó el tirón y resistió. El alpinista no podía ver nada pero sabía que por el momento se había salvado. La nieve caía intensamente y él estaba allí, como clavado a su soga, con muchísimo frió, pero colgado de este pedazo de lino que había impedido que muriera estrellado contra el fondo de la hondonada entre las montañas.

Trato de mirar a su alrededor pero no había caso, no se veía nada. Grito dos o tres veces, pero se dio cuenta de que nadie podía escucharlo, Su posibilidad de salvarse era infinitamente remota; aunque notaran su ausencia nadie podría subir a buscarlo antes de que parara la nevisca y, aun en ese momento, cómo sabrían que el alpinista estaba colgado de algún lugar del barranco.

Pensó que, si no hacia algo pronto, este sería el fin de su vida.

Pero ¿Qué hacer?

Pensó en escalar la cuerda hacia arriba para tratar de llegar al refugio, pero inmediatamente se dio cuenta que eso era imposible. De pronto escuchó la voz. Una voz que venía desde su interior que le decía "suéltate". Quizás era la voz de Dios, quizás la voz de su sabiduría interna, quizás la de algún espíritu maligno, quizás una alucinación… y sintió que la voz insistía "suéltate… suéltate".

Pensó que soltarse significaba morirse en ese momento. Era la forma de parar el martirio. Pensó en la tentación de elegir la muerte para dejar de sufrir. Y como respuesta a la voz se aferró más fuerte todavía. Y la voz insistía "suéltate","no sufras mas","es inútil este dolor, suéltate" Y una vez mas él se impuso aferrarse mas fuerte aun, mientras conscientemente se decía que ninguna voz lo iba a convencer de soltar lo que sin lugar a dudas le había salvado la vida. La lucha siguió durante horas pero el alpinista se mantuvo aferrado a lo que pensaba que era su única oportunidad.

Cuenta esta leyenda que a la mañana siguiente la patrulla de búsqueda y salvataje encontró al escalador casi muerto. Le quedaba apenas un hilito de vida. Algunos minutos más y el alpinista hubiera muerto congelado. Paradójicamente aferrado a su soga…A MENOS DE UN METRO DEL SUELO.

A veces no soltar es la muerte...

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