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martes, 18 de mayo de 2010

Y Dios también viene en jarabe

Como madre debo decir que detesto ver a mi hija enferma y no creo que haya padre que no le pase lo mismo que a mí.
Verlos tirados, sin ganas, o durmiendo todo el tiempo quejándose ¡Es muy feo verlos así!
En los chicos los tiempos de la enfermedad pueden ser mas prolongados hay que acayar fantasmas y esperar demasiado tiempo. Y aunque el chico tiene una enfermedad común parece que quedarse sin hacer nada de nada es ser mal padre.
Muchos padres van de pediatra en pediatra esperando que alguno le de el tan preciado antibiótico. Se cree erroneamente que es capicho del médico no darle nada al niño... solo reposo y antitermico y tiempo.
Tiempo.
Todo lo queremos ya, y no tenemos para esperar ni siquiera por la reacción normal de cuerpo de nuestros hijos. Respetar su ciclo de producción de defensas y descanso para revertir sus síntomas no parece una posibilidad viable.
También el tiempo da otra cosas en las enfermedades de nuestros hijos: mas síntomas. La última enfermedad de mi hija, se presentó en principio como un simple cuadro febril y a los tres días de fiebres altísimas le aparecieron llagas, y el médico paso de tener un síntoma a tener un diagnóstico presuntivo.
Pasa algunas veces que padres enojados, porque el médico no le dio nada acuden a una segunda o tercera opinión, y recién el tercero les da algo porque en ese momento el niño hizo nuevos síntomas. Entonces los padres se enfurecen y concluyen que el primer médico no sabía nada.
Creo que como madre aprendí que la paciencia y el tiempo son lo úncio con poder curativo verdadero. Aunque no es rentable, y no estemos acostumbrados a que "nada se puede hacer hoy, solo esperar", es así. Mi hija empezó con problemas respiratorios y hacer broncoespasmos cuando era bebé, y recién ahora su sistema maduró lo suficiente para que se hayan terminado las nebus, los vapores... los mocos no... eso aún nos acompañará unos años.
Hace un tiempo cuando trabajaba en farmacia, un padre vino a comprar un antibiótico para el nene. Supuse que se le había terminado alguno recetado. Sin embargo me dijo que no, era decisión de él mismo darle el antibiótico al hijo. Al parecer un médico "que no sabía nada" no le había dado antibiótico y el nene había quedado internado. Para evitar que esto volviese a suceder, cada vez que el niño presentaba algún síntoma gripal o un simple dolor de garganta él le daba inmediatamente el antibiótico.
El antibiótico era el amoxidal ¡Tantos padres creen en los poderes curativos del amoxidal!
Finalmente le expliqué al señor que la gripe era producida por un virus y no por una bacteria, y en en casos de sobre infección debía ser el médico que evaluara los síntomas.
También le expliqué que si utilizaba siempre el mismo antibiótico iba a crear una resistencia de las bacterias y que el otro riesgo era que este actuaba sobre bacterias "malas" pero también sobre las "buenas" y podrías causar diarrea al "matar" a las bacterias del tracto digestivo.

Finalmente el señor se llevó el antibiótico.

Creo que situaciones como estas ponen de manifiesto que educación y la concientización de la población sobre el mal uso de antibióticos no es suficiente para evitar la creación de cepas resistentes y del muy mal uso que se le da a los antibióticos. El mal uso es por parte de los médicos, y también de la gente, que sige relacionando la cajita amarilla como sinónimo de cura milagrosa.

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