Si, definitivamente eran celos, por eso nos peleamos casi a muerte con mi prima cuando tenía 14 años. No me acuerdo la discusión tonta que tuvimos, pero el distanciamiento fue inmediato y duró mas de tres años.
Para un adulto tres años no es mucho, pero para un niño o un adolescente es un montón de tiempo, y en tres años uno se transforma. La relación comenzó a ser de hola y chau, y si te morís en el chau mejor…
Tan grave no había sido la discusión, pero en mi actitud de enojo reconocí a una “yo” que podía enojarse mucho y enterrar en vida a alguien… No sabía que podía ser así.
Ese verano había sido muy complicado para mí. Mamá había tenido una enfermedad complicadísima hoy pienso que puede haber sido “Hepatitis autoinmune”, el sistema inmune no reconoce sus propias células y comienza a destruirlas… pero de eso voy a hablar otro día, porque es una historia muy larga.
Como ella estuvo grave viajamos a Bariloche para que la familia la cuide en la recuperación. Esos meses me acerqué muchísimo a mi prima, estábamos todo el día juntas como nunca antes en la vida habíamos tenido oportunidad viviendo tan lejos. En ese tiempo la relación entre nosotras creció, pero el afuera la familia ayudó un poco a que todo se viniera abajo.
Recuerdo ver a mi prima con un halo de perfección y luminosidad. Al lado de ella yo me sentía “la niña imperfecta y desastrosa”, y jamás en la infancia lo puse en duda, ni siquiera me puse a pensar porque yo sentía eso. Sabía que a ella la querían mil veces más que a mí, y que si tendrían que elegir a una de las dos la elegirían a ella ya que definitivamente era mejor que yo.
Mas tarde la llamé irónicamente “La niña modelo”, cuando ya pude procesar toda la boludez que los adultos nos habían inculcado. Un niño se cree todo lo que le dicen, y muchas veces en su afán “de educarlos” muchos adultos (léase padres, tíos, abuelos) no miden sus palabras y lo hirientes que pueden ser. Tienden a creer equivocadamente que los chicos se olvidan, crecen o sinceramente algunos deben pensar que los niños no tienen sentimientos.
Recuerdo de miles de palabras, que en verdad no vienen al caso, solo me quedó después de muchos años, el saber que mi pobre prima no era esa persona que yo había demonizado y llenado de broncas, el saber que su imagen y la mía eran solo una construcción de los adultos. Seguramente la hubiésemos pasado tan bien en nuestra adolescencia o quizá no, pero al menos hubiésemos tenido la oportunidad.
De todo hay que sacar lo mejor, y que saco yo de esto? Que hay que tener mucho cuidado con las palabras que usamos para “educar a nuestros hijos”, estar seguros que no van a dañar su autoestima ni sus relaciones con sus primos y hermanos. Tengamos cuidado de no decirles “mirá tu hermano es mas chiquito y se está portando mejor que vos…” o “mirá como camina ese nene, y vos no…” “mirá como se comió toda la comida y vos no”, etc, etc, etc. Porque nosotras sabemos que ese nene hace cinco minutos quizá no estaba caminando, o estaba haciendo un berrinche de aquellos, y en el fondo que le estamos diciendo a los chicos? “Él es mejor que vos”.
Hace poco sucedió que escuché a una madre decirle a su hija que nadie la iba a querer si se portaba así, ni siquiera su prima que se estaba portando mejor que ella siendo bebita. Yo me pregunte (luego de tragar saliva), cual era el verdadero objetivo de todas esas palabras…
Qué se portara bien…
Que odiara a su prima,
O qué se odiara a si misma…
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